Boda en la Finca Ondarreta

Un lugar con encanto: la Finca Ondarreta

Hay bodas que se viven con una sonrisa constante, en las que cada detalle transmite cariño y donde los novios hacen que todo fluya con naturalidad.
La boda de Álvaro y Raquel en la Finca Ondarreta fue exactamente así: un día lleno de emociones, risas y momentos inolvidables en un entorno precioso que nos enamoró desde el primer instante.

La Finca Ondarreta es uno de esos lugares que te envuelven nada más llegar. Rodeada de naturaleza, con amplios jardines, rincones románticos y una atmósfera cálida, se ha convertido en un espacio ideal para celebrar bodas en un ambiente elegante pero cercano.

Allí todo está preparado con mimo, cuidando cada detalle para que tanto los novios como los invitados se sientan especiales. Desde la decoración hasta el servicio, se nota el cariño y la dedicación con la que el equipo organiza cada evento.

Y cuando un entorno así se combina con una pareja como Álvaro y Raquel, la magia surge sola.

Una boda preparada hasta el último detalle

Una pareja cómplice y encantadora

Desde el primer momento se notaba el trabajo y la ilusión que había detrás de esta boda. Cada rincón de la finca estaba decorado con encanto: flores frescas, luces suaves y detalles personalizados que hablaban de ellos y de su historia.

Fue una boda pensada con mimo, donde hubo espacio para emocionarse, reír, sorprenderse y, sobre todo, disfrutar.
Todo transcurrió con una naturalidad preciosa, reflejando la personalidad de los novios: cercanos, alegres y con una energía contagiosa.

La ceremonia civil se celebró en la propia finca, lo que aportó comodidad y un ambiente íntimo y acogedor.
Bajo una decoración elegante y rodeados de sus seres queridos, Álvaro y Raquel se dieron el “sí, quiero” en un acto lleno de sentimiento.

Los discursos de familiares y amigos fueron uno de los momentos más emotivos del día. Hubo risas, lágrimas y muchas palabras que salieron del corazón.
Capturar esos instantes fue un auténtico privilegio: las miradas cómplices, las manos entrelazadas, los abrazos espontáneos… cada imagen contaba una historia.